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Una clase diaria en un aula funciona como cualquier equipo, el trabajo en grupo es imprescindible: para llegar al objetivo, para que nadie se quede por el camino, para que todos trabajen con ilusión, tiene que haber colaboración mutua; cada uno aporta lo que tiene, los que más pueden se preocupan de los que tienen menos recursos; los menos motivados se motivan con los que van delante; y los que van delante tiran por los que van detrás... Entonces, el equipo funciona, progresa, aprende. Con este trabajo interactivo, la formación en cascada llega a todos escalonadamente, y a todos salpica de alguna manera. Los riesgos del fracaso se reducen a mínimos.

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